Más del 70 % de los ataques modernos involucran el sistema de nombres de dominio (DNS) en la secuencia de ataque; sin embargo, muchas organizaciones no supervisan el tráfico de DNS, especialmente cuando ese tráfico está encriptado.
Los ataques que utilizan DNS pueden tomar la forma de suplantación de identidad, amplificación y tunelización, solo por nombrar algunos. Los adversarios pueden usar DNS para recopilar información procesable de víctimas o empresas objetivo, pueden secuestrar consultas de DNS para filtrar datos, pueden configurar sus propios servidores DNS maliciosos o pueden comunicarse usando un protocolo de capa de aplicación de DNS legítimo para evitar la detección y el filtrado de red.
Las organizaciones necesitan un mejor control sobre su DNS, no sólo por seguridad, sino también por una mejor visibilidad, una resolución más rápida y una alta disponibilidad constante, a fin de garantizar la mejor experiencia para los usuarios.
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